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No, la NSA no inventó Bitcoin

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Introducción

No hay evidencia creíble de que la Agencia de Seguridad Nacional de EE. UU. (NSA) haya creado Bitcoin. Las comparaciones entre el libro blanco de Bitcoin y un documento de la NSA de 1996 sobre dinero electrónico son, en el mejor de los casos, extremadamente engañosas.

Teorías de Conspiración

Las teorías de conspiración florecen en ausencia de hechos, y entre las más persistentes en la comunidad de criptomonedas está la afirmación de que Bitcoin fue creado por la NSA. Esta teoría se basa en la existencia de un artículo de investigación de 1996 titulado

«Cómo hacer una moneda: La criptografía del dinero electrónico anónimo»

, escrito por criptógrafos de la NSA.

Examen del Documento de la NSA

Un examen más cercano y basado en hechos revela las fallas fundamentales en este argumento y demuestra que la NSA no creó —y no podría haber creado— Bitcoin. El documento de la NSA, publicado más de una década antes del libro blanco de Bitcoin en 2008, es una revisión de la literatura sobre la investigación criptográfica existente en dinero digital. Discute varios esquemas de e-cash centralizados y enfocados en la privacidad, así como sus implicaciones de seguridad.

Diferencias Clave entre Bitcoin y el Documento de la NSA

Aunque introduce conceptos como la criptografía de clave pública, firmas ciegas y mecanismos de anonimato, el documento no propone en absoluto un sistema descentralizado o sin confianza. Esto lo distingue claramente de la arquitectura radicalmente diferente de Bitcoin.

El libro blanco de Bitcoin, escrito bajo el seudónimo de Satoshi Nakamoto, introdujo una innovación revolucionaria: el consenso descentralizado a través de prueba de trabajo (PoW) y un libro mayor distribuido (blockchain) sin necesidad de una autoridad central. Esta idea no aparece en ninguna parte del documento de la NSA de 1996.

Argumentos en Contra de la Teoría de Conspiración

La teoría de conspiración de que la NSA creó Bitcoin a menudo se presenta a través de sugerencias circunstanciales, sin ninguna evidencia concreta. Estos incluyen la participación prolongada de la NSA en criptografía, su empleo de matemáticos calificados o su participación temprana en estándares como SHA-256 —la función hash utilizada en el algoritmo de minería de Bitcoin. Sin embargo, ninguno de estos puntos constituye prueba.

Que una agencia gubernamental haya contribuido al desarrollo de tecnologías fundamentales no es evidencia de autoría. Si esta lógica se mantuviera, cada proyecto de software construido sobre TCP/IP o cifrado AES podría atribuirse a una agencia del gobierno de EE. UU.

Falta de Evidencia Sólida

No hay documentación sólida, testimonios de denunciantes, memorandos filtrados, repositorios de código interno o relatos de testigos corroborados que sugieran que la NSA haya trabajado alguna vez en un proyecto que se asemeje a Bitcoin. En una era en la que programas clasificados y operaciones de vigilancia han sido expuestos por informantes como Edward Snowden, es inconcebible que un proyecto de Bitcoin originado por el estado permaneciera completamente indetectado durante más de una década.

Contexto Cultural y Filosófico

El libro blanco de Bitcoin fue publicado a raíz de la crisis financiera global de 2008, un período marcado por la desconfianza hacia los bancos centrales. Su momento y el mensaje incrustado en el bloque génesis de Bitcoin, que hace referencia a un titular de Times sobre rescates bancarios, apuntan claramente a una motivación anti-establishment.

Conclusión

Promover la idea de que la NSA creó Bitcoin perjudica a las comunidades de código abierto y a los defensores de la descentralización. Esta teoría es tan absurda y siembra miedo, incertidumbre y duda (FUD) sin contribuir nada significativo al registro histórico o técnico. En esencia, la teoría de que la NSA creó Bitcoin no está respaldada por documentación, lógica, razón o comparación técnica.

Hasta que surja evidencia sólida, la afirmación de que Bitcoin se originó como un proyecto gubernamental debe ser desestimada como una tontería y, por lo que es: una teoría de conspiración sin fundamento, no una hipótesis creíble.

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