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Una breve historia de la minería en Irán: La oscuridad que alimenta a los mineros de Bitcoin

antes de 7 horas
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Introducción

Nota del editor: Con el fin de un alto el fuego, la tensión geopolítica entre Irán e Israel parece haberse calmado temporalmente, pero las secuelas del conflicto siguen presentes. El 21 de junio, hora local, Estados Unidos bombardeó tres instalaciones nucleares iraníes en Fordow, Natanz e Isfahan en la supuesta operación Midnight Hammer. Ese mismo día, la tasa de hash de Bitcoin cayó drásticamente.

Especulaciones sobre la minería de Bitcoin en Irán

Esta inesperada coincidencia provocó especulaciones en la comunidad de criptomonedas: ¿Está Irán utilizando sus instalaciones nucleares para minar Bitcoin en secreto? El director de investigación de Galaxy, Alex Thorn, aclaró que desde una perspectiva técnica, la tasa de hash se infiere del tiempo de bloque y la dificultad, y que no hay suficiente evidencia para determinar si el poder computacional ha disminuido. Se requiere más tiempo y observaciones de promedios móviles. Sin embargo, Thorn también sugirió que Irán podría estar minando y que alguna operación minera pudo haber sido atacada.

Historia de la minería en Irán

La historia de la minería en Irán no es nueva. En mayo de este año, la organización de oposición iraní NCRI publicó un extenso artículo que documenta los años de actividad relacionada con la minería de Bitcoin en el país. Las granjas de minería de Bitcoin vinculadas al gobierno iraní están compuestas por filas de “servidores de computadora especializados” (mineros ASIC) que consumen electricidad a escala industrial. En los últimos años, Irán ha sufrido frecuentes cortes de energía devastadores, sumergiendo hogares en la oscuridad y cerrando fábricas durante horas o incluso días.

Las investigaciones están señalando a un factor oculto que agrava la crisis: operaciones de minería de criptomonedas a gran escala, operadas o albergadas por actores del gobierno iraní, en particular el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC).

Implicaciones económicas y crisis energética

Estas minas de Bitcoin, en su mayoría secretas o semi-oficiales, consumen ingentes cantidades de electricidad, frecuentemente operando a tarifas altamente subsidiadas, o incluso de forma gratuita, desvíando prácticamente energía de la red nacional hacia beneficios privados.

La participación de Irán en la minería de criptomonedas comenzó a finales de la década de 2010, cuando el país buscó maneras innovadoras de salir de su aislamiento económico. Tras la reanudación de las sanciones por parte de Estados Unidos en 2018, el gobierno vio las criptomonedas como una herramienta para eludir las restricciones bancarias y generar ingresos. En 2019, el régimen religioso reconoció oficialmente la minería de criptomonedas como una industria legal, introduciendo un sistema de licencias para mineros y atrayendo inversiones con electricidad barata.

La perspectiva de electricidad subsidiada ha atraído tanto a actores nacionales como a inversores extranjeros, especialmente de China, que han establecido grandes minas de Bitcoin en zonas de libre comercio de Irán y en almacenes remotos.

El sector energético iraní pronto se hizo consciente del impacto. A mediados de 2019, las autoridades atribuyeron un aumento “inusual” del 7% en el consumo de electricidad a nivel nacional a la proliferación de granjas de minería de criptomonedas no registradas. Informes esporádicos revelaron la aparición de máquinas de minería en lugares inesperados, desde fábricas abandonadas hasta oficinas gubernamentales e incluso mezquitas, disfrutando de electricidad a precios subsididados o ultrabaratos.

El circuito clandestino de minería

El expresidente Rouhani admitió en 2021 que alrededor del 85% de la minería en Irán es no autorizada: esta vasta economía gris consume electricidad pero no está regulada ni se paga. Detrás de este auge está la necesidad de Teherán de monetizar sus abundantes recursos energéticos bajo sanciones. La minería de Bitcoin convierte esencialmente energía en valor criptográfico.

Se estima que, a partir de 2021, el 4.5% de la minería de Bitcoin en el mundo tiene lugar en Irán, generando cientos de millones de dólares en ingresos provenientes de activos criptográficos para una economía gravemente afectada por sanciones.

El rol del IRGC en la minería

A partir de 2019-2020, informes indican que el grupo de poder más influyente en Teherán – el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC) – ha acelerado sus actividades en la minería de criptomonedas. Bajo la dirección de Khamenei, el IRGC se ha asociado con empresas extranjeras para construir granjas de minería de gran escala con el objetivo de obtener Bitcoin.

Estas minas suelen ubicarse en zonas económicas especiales o bases militares controladas por el IRGC, con suministros de energía exclusivos y escasa regulación. Las investigaciones han evidenciado que organizaciones vinculadas al IRGC – incluidas grandes fundaciones religiosas – han formado un cártel de criptomonedas de facto que se beneficia del saqueo de la electricidad estatal.

Impacto en la vida cotidiana

Los apagones han costado a la economía de Irán decenas de miles de millones de dólares. Desde panaderías hasta fábricas de procesamiento, los pequeños negocios se han visto obligados a cerrar, mientras que industrias pesadas enfrentan daños en el equipo y retrasos en las entregas.

A medida que la indignación pública se intensificaba, funcionarios nuevamente señalaron la minería ilegal como un factor agravante. Aunque el Ministerio de Energía intentó cerrar minas ilegales, luchadores del IRGC obstruyeron directamente estas operaciones, asegurando que la minería no se interrumpiera.

Para eludir las sanciones, Teherán ha alentado accidentalmente un mercado negro de energía dominado por instituciones privilegiadas. Las consecuencias han sido desastrosas: corrupción institucionalizada, aumento de la fuga de capitales y el continuo debilitamiento del control del estado sobre el sistema energético.

Conclusiones

La situación actual de Irán es una advertencia. Cuando la minería se convierte en una herramienta para que la clase privilegiada obtenga beneficios, no solo se destruye la seguridad energética, sino que también se alimenta el resentimiento público y se empuja a todo el país al borde del colapso.